Un verano invencible
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Marina Anaya cree en la vida. En la más amable y dulce, pero también en la que con su dolor, nos recuerda que si sentimos es porque estamos vivos. Sus cuadros son puro disfrute. Una explosión de color y optimismo tropical, frondoso y efervescente. El estallido vital de una naturaleza, que igual que nosotros, aprende y despierta más fuerte tras la tormenta. La lluvia, como nuestras lágrimas, también genera vida, y nos da el aliento necesario para resistir y superar malas épocas con el firme convencimiento de que vendrán tiempos mejores. En este optimismo imbatible se sitúa la artista Marina Anaya. Aferrada a los instantes que hacen que la vida valga la pena. En una revancha fresca y jugosa cargada de eternos amantes. Con la clara visión que solo concede el tiempo sin prisas y la calma de sus paraísos. Es un arte comprometido con la vida, fiel al lado bueno de las cosas que se respira en los veranos invencibles, consciente de que la felicidad es esencial para continuar. Porque nadie dijo que vivir fuera fácil, pero tampoco que el camino pudiera ser tan terriblemente bello. Texto de Lidia Martín Araujo